HISTORIAS QUE CONMUEVEN: LAS MUJERES QUE ELIGIERON ADOPTAR A TRES NIÑAS DISCAPACITADAS DEL HOSPITAL SAN LUCAS

Hoy, la ministra de Salud Zulma Ortiz, se reunió con ellas, las felicitó y les agradeció que compartan sus historias para despertar el amor en otras familias.

“Como seres humanos lo que más necesitamos es amor, y en eso ustedes están un paso adelante del común de la gente, ojalá difundir sus historias sirva para motivar a otras personas”, les dijo la ministra de Salud, Zulma Ortiz, a las tres familias que conoció hoy, en el hospital provincial San Lucas ¿El motivo? Ellos adoptaron a tres niñas con discapacidades intelectuales y motoras que residían en ese establecimiento de la localidad de Olmos.

Les hablaba a Vanesa Lanatta (37), mamá adoptiva de Maitena (7); a la pareja conformada por Gabriela Rodríguez (39) y Javier Luchessi (45) quienes adoptaron a Lucila (4) y a Irene Lugo (32) adoptante de Keila (7).

Irene era voluntaria de Pami y formaba parte de un grupo que proyectaba películas en instituciones como el San Lucas. Hace tres años, cuando entró a la sala de ese hospital, la pequeña Keila la miró, le estiró los brazos y “ahí nos ‘enamoramos´, no me quise alejar más de ella”. Recuerda que cuando comenzó con los trámites de adopción, más de uno le dijo: “Sos soltera, tenés que buscarte un novio y tener un hijo propio”. “Nadie me entendía: cuando se quiere, se quiere, y yo quería ser la mamá de Keila”.

Desde que tiene a su mamá y vive en un hogar, se comunica cada vez mejor. Concurre a la escuela del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata y, pese a que antes tenía serias dificultades para caminar, hoy baila en la murga del “Lobo” y se anima a nadar en lo más hondo de la pileta.

Gabriela es empleada de limpieza del hospital Sbarra, la ex Casa Cuna platense. Allí conoció a la pequeña Lucila que, al igual que Keila, tiene una discapacidad motora y mental. Ni bien la vio sintió la necesidad irrefrenable de cuidarla. Al principio comenzó a llevarla de visita a su casa del barrio platense de Villa Elvira los fines de semana. Sus dos hijos mayores, que hoy tienen 23 y 17 años, y su marido Javier, la incorporaron de inmediato a la dinámica familiar. “Cuando me avisaron que la trasladaban al hospital San Lucas, le prometí que la iba a seguir”; recuerda ahora Gabriela, mientras acomoda un moño sobre el cabello oscuro de Lucila.

A medida que pasaban los meses el cariño crecía y tanto ella como el resto de su familia decidieron ir por todo. Decididos hicieron decenas de trámites y hace un año y cuatro meses obtuvieron la “guarda” de Lucila. Hoy festejan la primera semana de adopción efectiva.

Maitena tiene 7 años y vivió en el San Lucas hasta los 4. Fue entonces cuando Vanesa, que es enfermera del hospital de Romero, logró adoptarla. En ese momento ella era soltera. Ahora está embarazada y a punto de tener un bebé con su pareja. “A Maitena no le gusta que hable de su hermanito, me quiere solo para ella”, dice mientras le guiña el ojo a su niña, que asiente muy seria  con la cabeza desde su silla de ruedas.

EL HOSPITAL

Después de conversar con los directores del hospital y las familias, la ministra Zulma Ortiz recorrió el hospital donde hoy residen 29 niños, niñas y adolescentes con discapacidades motoras e intelectuales. De ellos, nueve se encuentran en condiciones de ser adoptados.

El subsecretario de Determinantes Sociales de la Salud, Raúl Pitarque, destacó la labor de los profesionales de ese establecimiento y explicó que el San Lucas, fundado en 1974, “cuenta con un grupo de voluntarios y un equipo interdisciplinario conformado por médicos clínicos, pediatras, psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales, asistentes terapéuticos y enfermeros”.

La directora del hospital, Mariel Morán, es médica especializada en psiquiatría y psicología, y pese a que trabaja a destajo para que los pacientes estén bien atendidos, vayan a la escuela, hagan actividades recreativas dentro y fuera de la institución, su mayor ilusión es que sus pacientes vean convertido en realidad su derecho a tener una familia. “A lo mejor ahora, que se conocen las historias podamos lograrlo”, se ilusiona.